En el corazón de Mallorca, en el pintoresco pueblo de Santa Maria del Camí, se da cita un evento que se ha vuelto un ícono local: el Mercado de Santa Maria del Camí. Este mercado dominical no solo brinda productos, sino también una inmersión en la vida y la cultura de la isla, tanto para los residentes como para los visitantes.

En verano, el mercado se convierte en un punto de encuentro internacional entre diversas culturas. Cientos de turistas acuden cada domingo a Santa Maria del Camí cada semana en tren, autobús o en su vehículo particular, para visitar el mercado de la citada localidad.

Las calles adoquinadas del pueblo, y en concreto la Plaça Nova, se transforma en el escenario de este evento que reúne una extensa variedad de vendedores y productos desde primera hora de la mañana hasta la hora del almuerzo. Desde alimentos frescos hasta artesanía, el mercado es un espacio donde la autenticidad local cobra vida.

DEL CAMPO AL CONSUMIDOR FINAL

Los productos frescos son un pilar central del mercado. Algunos agricultores locales traen sus cosechas, asegurando que los visitantes puedan acceder a alimentos de calidad y apoyar a la economía de la región. Las frutas, verduras y productos de granja se exhiben en puestos que ilustran la riqueza agrícola de la zona.

Este es el caso de uno de los puestos más arraigados en el mercado, regentado por Lydia y Rafael y ubicado en el epicentro del mercado. Ellos acuden semanalmente al mercado con productos de su propia cosecha local: “Aquí hay mucho trabajo detrás” confesó Lydia este pasado domingo mientras atendía a varios visitantes.

Ellos llevan directamente los productos de su huerto al puesto de venta, circunstancia que garantiza la calidad de sus productos locales.

UN MERCADO LOCAL INTERNACIONAL

Los visitantes del Mercado de Santa Maria del Camí varían según la época del año. En verano se hablan todos los idiomas y en invierno los visitantes son mallorquines: “No sabría decirte si viene más gente en verano o en invierno, pero el tipo de visitante es muy diferente en agosto y en enero, por ejemplo. En verano hay muchos extranjeros y en invierno viene gente local de Santa Maria y de los pueblos de la isla”, asegura Rafael.

Además Rafael afirma que en su caso las ventas van bien, el mercado está bien organizado y “el único inconveniente es encontrar sitio para aparcar cercano”. A las afueras del pueblo hay un aparcamiento público pero quizá está algo lejos especialmente para la gente mayor.

TODO TIPO DE PRODUCTOS

Además de lo fresco, el mercado ofrece un abanico de productos artesanales y locales. Desde joyería hasta textiles y cerámicas, los puestos exhiben el talento de los artesanos de la isla. Cada objeto cuenta con la impronta única de la cultura mallorquina, y los visitantes pueden llevarse una parte tangible de esta herencia.

Sin embargo, el Mercado de Santa Maria del Camí trasciende la mera transacción comercial. Es un punto de encuentro comunitario, donde los residentes intercambian saludos y noticias, y los visitantes pueden participar en la vida cotidiana de Mallorca. El ambiente está lleno de voces y la esencia de la cultura local.

La Policía Local siempre está presente de forma discreta pero efectiva ofreciendo una sensación real de seguridad y organización. El Centro de Salud se encuentra frente al mercado, a unos metros del Ayuntamiento y la iglesia.

COMER EN SANTA MARIA

Los locales cercanos también ofrecen una extensa oferta gastronómica para merendar o comer después o durante la visita al mercado. Desde variados, frito, bocadillos hasta otros productos locales, los asistentes pueden degustar la identidad culinaria de la isla. Algo más apartado, flanqueando la carretera que viene de Marratxí en dirección a Consell, hay varios restaurantes y cellers de renombre que ofrecen comida típica mallorquina a todos los precios.