David Gil ha colaborado en varios medios digitales. Ha sido Presidente de VOX en Baleares. En la actualidad es Portavoz adjunto de VOX en el Consell de Mallorca.
La reciente tragedia en Valencia, provocada por la última DANA, ha puesto al descubierto las profundas grietas no solo en la gestión de emergencia de nuestros dirigentes, sino también en un sistema que, lejos de acercar la solución a los problemas, ha dispersado las responsabilidades, fragmentando la respuesta y dejando al ciudadano desprotegido. Mientras las riadas arrasaban hogares y vidas, quienes realmente actuaron en el terreno no fueron los altos mandos de las distintas administraciones, sino los ciudadanos, los voluntarios que, sin esperar nada a cambio, se volcaron para ayudar a sus vecinos en apuros.
La inacción de los de arriba
Desde el primer momento quedó claro que, una vez más, nuestros líderes nacionales y autonómicos no estaban preparados para responder a una emergencia de esta magnitud. La gestión de Pedro Sánchez se ha centrado en promesas de ayuda y declaraciones tardías, sin una verdadera acción sobre el terreno. Mientras tanto, Carlos Mazón, en la Comunidad Valenciana, repitió las mismas deficiencias, con un sistema que sigue siendo débil y reactivo en lugar de preventivo. ¿Cómo es posible que, en pleno siglo XXI, y en un país con múltiples capas de gobierno, no se puedan coordinar respuestas eficaces?
Es indignante observar cómo el sistema se muestra incapaz de actuar de manera eficiente. El Estado de las Autonomías, que debía acercar la administración al ciudadano, no ha hecho más que dispersar las responsabilidades. Ni el gobierno central ni el autonómico han sido capaces de responder con rapidez y eficacia, dejando a los valencianos solos, sin el apoyo institucional que tanto necesitaban.
La solidaridad del pueblo español
Frente a esta negligencia institucional, ha sido la sociedad civil la que se ha movilizado, demostrando nuevamente que es el pueblo el que se salva a sí mismo cuando las instituciones fallan. Voluntarios de todas partes se movilizaron de inmediato, ayudando en el rescate y ofreciendo recursos básicos a quienes lo habían perdido todo. No miraron colores políticos ni esperaron órdenes; simplemente hicieron lo que el gobierno, en cualquiera de sus niveles, debía hacer y no hizo: atender a quienes lo necesitaban.
Sin embargo, esta noble labor no ha sido reconocida por todos. Muchos de estos voluntarios han sido injustamente acusados de tener motivaciones políticas, cuando su único objetivo era ayudar. Esto es una muestra clara de cómo ciertos sectores prefieren demonizar la solidaridad del pueblo antes que admitir las fallas estructurales del sistema.
Un sistema fragmentado, un ciudadano desprotegido
Las promesas de “proximidad” y “eficiencia” que sustentan el Estado de las Autonomías han quedado, una vez más, en palabras vacías. En lugar de acercar los recursos y la respuesta al ciudadano, el sistema actual fragmenta la responsabilidad y difumina las soluciones, generando un caos burocrático en lugar de una respuesta coordinada. Los valencianos, al igual que tantas comunidades en el país, son testigos de cómo, ante la adversidad, sus líderes de todas las administraciones se lanzan la pelota en lugar de actuar con decisión.
El ejemplo que nos dan los héroes anónimos
Los verdaderos héroes de esta tragedia no llevan traje ni ocupan despachos en Madrid o Valencia. Son hombres y mujeres de a pie, personas que, sin esperar nada a cambio, han dado lo mejor de sí mismas para salvar a otros. Demuestran que, cuando el sistema quiebra, es el pueblo quien se salva a sí mismo.
Esta catastrofe en Valencia nos deja una lección importante: no podemos confiar ciegamente en un sistema que dispersa responsabilidades en lugar de centralizar soluciones efectivas. Cuando las administraciones autonómicas y centrales no están a la altura, es el pueblo quien paga las consecuencias. Es hora de que los dirigentes, tanto en el gobierno central como en el autonómico valenciano, reconozcan su negligencia, y de que se replantee un sistema que, lejos de proteger, deja al ciudadano desprotegido.
Foto: https://www.infoans.org/
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