En Baleares estamos viviendo un fenómeno político que, aunque previsible, no deja de ser llamativo por su intensidad y cinismo: la campaña coordinada de ciertos medios de comunicación, opinadores a sueldo, activistas subvencionados y políticos nostálgicos del poder que han hecho de VOX su enemigo número uno. Son los “tontos útiles habituales”, siempre listos para salir en defensa del consenso progre cada vez que alguien se atreve a desafiarlo.
Lo que molesta de VOX en Baleares no es su tono ni su estilo —aunque a eso se agarran para atacarlo—, sino que haya osado poner sobre la mesa los problemas reales que los demás han querido tapar durante años: la inseguridad ciudadana que crece en Palma y en otras localidades, con delitos cada vez más violentos; el expolio de los servicios sociales por parte de quienes llegan de fuera y no respetan ni las normas ni el esfuerzo de los baleares; y la okupación ilegal que ha convertido barrios enteros en zonas de conflicto permanente mientras el pequeño propietario es criminalizado.
Ante esto, ¿qué hacen los medios progresistas locales? Minimizarlo. ¿Qué hacen los tertulianos de siempre? Relativizarlo. ¿Y qué hacen los activistas de despacho? Gritar “fascismo” cada vez que alguien propone orden y sentido común.
«El cambio ya está en marcha. Y no lo van a parar ni con editoriales, ni con campañas, ni con pactos a espaldas de la gente»
David Gil, portavoz adjunto de Vox en el Consell
Pero no solo la izquierda se ha puesto en pie de guerra. En esta cruzada contra VOX se han sumado, como era de esperar, los tontos útiles de la derechita cobarde. Sí, esa misma que en Baleares prometió cambios, pero que en cuanto la presión mediática sube, empieza a recular y a dejarse arrastrar por los dogmas de siempre. Prefieren el aplauso de los columnistas del régimen a la coherencia con sus votantes. Dicen querer combatir al separatismo y al progresismo radical, pero cuando llega la hora de actuar, acusan a VOX de “excesos” por decir verdades.
Mientras tanto, los baleares siguen pagando las consecuencias. Familias que ya no pueden acceder a una vivienda porque hay okupas protegidos por leyes absurdas. Padres que ven cómo sus hijos son adoctrinados en las aulas y no pueden estudiar en español. Ciudadanos que trabajan toda su vida y tienen que hacer cola detrás de quienes no han contribuido nunca. Esta es la realidad que VOX denuncia, y por eso lo atacan.
Los “tontos útiles habituales” quieren mantener su red de privilegios, su influencia, su poder cultural. Pero lo que está ocurriendo en Baleares es que cada vez más ciudadanos abren los ojos. Ya no tragan con los discursos buenistas. Ya no se conforman con la tibieza de los que solo gobiernan para conservar cargos. VOX incomoda porque dice lo que muchos piensan y propone lo que muchos desean: orden, justicia y respeto a la identidad balear y española.
Y por mucho que griten, señalen y manipulen, el cambio ya está en marcha. Y no lo van a parar ni con editoriales, ni con campañas, ni con pactos a espaldas de la gente.
David Gil ha colaborado en varios medios digitales. Ha sido Presidente de VOX en Baleares. En la actualidad es Portavoz adjunto de VOX en el Consell de Mallorca.
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