El recién elegido pontífice ha sido recibido con entusiasmo por fieles de todo el mundo, pero en especial por los hispanohablantes, que se sienten cercanos a su figura no solo por su dominio del idioma, sino también por sus profundas raíces culturales. El papa Martínez, el nuevo líder de la Iglesia Católica habla español perfectamente y cuenta con antepasados españoles por parte de su madre, Mildred Martínez, descendiente de familias españolas y francesas que se establecieron en Nueva Orleans (Luisiana, EE.UU.) en el siglo XIX.
Aunque nació en Chicago, el papa también posee la nacionalidad peruana, país donde vivió durante 20 años como misionero. Su padre, Louis Marius Prevost, tenía ascendencia francesa e italiana, lo que convierte al nuevo papa en una figura con un profundo mestizaje cultural y espiritual.
Durante su trayectoria eclesiástica, ha visitado España en numerosas ocasiones, tanto como superior general de la Orden de San Agustín como por otros compromisos pastorales y personales. Málaga y Bilbao figuran entre las ciudades que lo recibieron en años anteriores. Su última visita tuvo lugar hace menos de un año, el 22 de septiembre, cuando acudió a Ávila para rendir homenaje a Santa Teresa de Jesús, firmando en el libro de visitas de la actual basílica ubicada en su casa natal.
El nuevo papa no solo hereda una responsabilidad espiritual de gran calado, sino que también encarna el puente entre culturas y continentes, con un fuerte vínculo con el mundo hispano y una sensibilidad pastoral profundamente marcada por su labor en América Latina y su afecto por España.
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